En medio del debate futbolístico, Inter de Milán se consagró campeón europeo. El conjunto de Mourniho ganó, merecidamente, la final de la Champions League ante el Bayern Munich de Alemania con dos goles de Diego Milito. Así, demostró un futbol no tan vistoso, pero efectivo y le respondió a sus críticos con el título más codiciado por todos los clubes del viejo continente.
José Mourinho es un técnico ganador y, como tal, debe dar un paso al costado cuando siente que podría emprender una misión mayor. El portugués ya se despidió del Inter, no va más en Italia. Sinceramente, parece que está con un pie y medio en Madrid, además de que él quiere darse ese gran salto a España para poder desmotrarle al mundo que le puede dar una identidad, que antes tenía, al Real Madrid. El cuadro interista corta un racha de muchísimos años sin títulos continentales, con un equipo ordenado y compacto que deslumbra a Europa por su disciplina.
Sus dirigidos lamentan su partida, creen que es un extraordinario técnico que los llevó a lo más alto, pero lo conocen y saben de que su salida es definitiva. El reto para Mourinho es el conjunto blanco, es casi su obsesión, él quiere ser el que lo lleve a la gloria y quedar en la historia. Y cuando lo haya logrado, probablemente apuntará hacia el mundial con la selección portuguesa.
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