Apenas surgió el nombre de Funes Mori en Argentina, comenzaron a vocearlo como la gran promesa con una historia anecdótica. Después del torneo de verano, se empezó a creer que merecía tener la responsabilidad de ser el 9 de River Plate. Tras un paso por el Dallas y el Chealsea, gracias a un concurso que ganó y en el que participó junto con su hermano, llegó al conjunto de la banda como un prospecto de gran delantero.
Fueron pasando los partidos del torneo argentino, y la mecha se iba apagando cada vez más. Mientras más erraba, más se le criticaba. Los comentarios hacia el jovencito de 19 años, exigiéndole más olfato goleador, presionaban al jugador y hacían que mermara su rendimiento por una confusión mezclada con ansiedad. La crisis financiera y futbolística de River Plate, la casi agonía del plantel, la destitución del técnico Leonardo Astrada y la urgencia de puntos para no ser los últimos en el descenso el siguiente campeonato, obligaban al juvenil futbolista ser el 9 que necesitaba uno de los clubes más importantes del continente.
Casi al final del campeonato, con Cappa de técnico, logró demostrar que sí tenía capacidad goleadora y que, simplemente, necesitaba un respaldo importante. Aquel chico que falló dos determinantes ocasiones en el clásico contra Boca había quedado atrás, estaba el renovado Funes Mori. El 9 que todos necesitaban había aparecido marcando un hattrick contra Racing cuando ya casi terminaba el torneo, antes del desatrozo 1 a 5 contra Tigre en el Monumental. Y como era de esperarse, los grandes equipos del mundo están al acecho, teniendo como a su antecesor más cercano a Gonzalo Higuaín (características similares: 19 años, delgado, alto y el 9 del equipo), era evidente que los gigantes querrían tentar a River Plate para dejar ir al muchacho a cambio de una suma que urge en el conjunto albirrojo. ¿Qué le deparará a Rogelio Gabriel Funes Mori? Será su decisión pero, a mi parecer, tiene que madurar aún más.
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